martes, 12 de marzo de 2013

Milagro en la piscina de Betesda


La curación del paralítico. ca. 1630 Obra de Pedro Orrente
Óleo sobre lienzo. 135x180,3cm.
Catedral de Orihuela, Murcia. España

Hoy el evangelista san Juan en su recorrido hacia la pasión del Señor nos muestra el tercer signo, la curación del paralitico en la piscina de Betesda. Este signo de curación milagrosa nos muestra a Cristo como luz poderosa y palabra que vivifica frente al obsoleto judaismo que había llegado ya al limite. Jesús es la luz que ilumina al hombre que espera la intervención misericordiosa y vivificante de Dios.

En aquel tiempo, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Ésta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.
Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.
Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice:
- «¿Quieres quedar sano?»
El enfermo le contestó:
- «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado.»
Jesús le dice:
- «Levántate, toma tu camilla y echa a andar.»
Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.
Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano:
- «Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla.»
Él les contestó:
- «El que me ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a andar.»
Ellos le preguntaron:
- «¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?»
Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, aprovechando el barullo de aquel sitio, se había alejado.
Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice:
- «Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor.»
Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado.
Por esto los judíos acosaban a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.
Juan 5, 1-3. 5-16


El autor de este cuadro Pedro Orrente hace de enlace entre las escuelas castellana y valenciana, cultivando el cuadro de género de tipo bassanesco, bien puramente pastoril o justificado por un tema bíblico. El empleo de la iluminación está inspirado en la escuela veneciana mientras que en las tonalidades rojizas se presenta deudor de Ribalta. Por este tipo de trabajos, Orrente recibió el sobrenombre del Bassano español.
El emotivo momento descrito por el evangelista San Juan, al narrar el instante en que el ángel removía las aguas de la piscina Probática, fuerza la intensidad dramática de las figuras, construidas como poderosas masas esculpidas en un escenario monumental y las líneas dominantes de la perspectiva, con un fondo de cielo de atardecer que muestra la acertada incorporación que Orrente hace de los modos venecianos.

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