sábado, 18 de mayo de 2013

El Espíritu Santo


Espíritu Santo, Cátedra de San Pedro, 1657-66. Obra de Bernini
Bronce, mármol, madera, estuco y alabastro.
Basílica del Vaticano. Roma. Italia

Ante las vísperas de Pentecostés, invoquemos al Espíritu santo y pidamos nos colme de sus dones para que seamos capaces de transmitir en nuestra vida sus frutos y vivir la eclesialidad de su unidad.

Los dones pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David. Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas. Tu espíritu bueno me guíe por una tierra llana (Ps 143,10). Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. CEC 1831

Los siete dones del Espíritu Santo son: Sabiduría, Inteligencia, Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad y Temor de Dios.

Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: "Caridad, Gozo, Paz, Paciencia, Longanimidad, Bondad, Benignidad, Mansedumbre, Fidelidad, Modestia, Continencia, Castidad". (Gal 5, 22-23) 

En cambio el fruto del Espíritu es Amor, Alegría, Paz, Paciencia, Afabilidad, Bondad, Fidelidad, Mansedumbre, Dominio de Sí.

La Iglesia es el Templo del Espíritu Santo. El Espíritu es como el alma del Cuerpo Místico, principio de su vida, de la unidad en la diversidad y de la riqueza de sus dones y carismas. Así toda la Iglesia aparece como el pueblo unido "por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo"  (LG 4; cf. San Cipriano de Cartago, De dominica Oratione, 23). CEC 809-810. 

La Iglesia nace en Pentecostés con el envío del Espíritu Santo. Es Él quien santifica a la Iglesia y la enriquece con sus dones. La misión del Espíritu Santo, esencialmente, es hacer presente en medio de la Iglesia al mismo Cristo glorificado. En la Eucaristía, por la epíclesis, pedimos al Espíritu que convierta al pan y al vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, de modo que Cristo resucitado se nos hace presente en ella con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Cristo, presente en la Eucaristía, por el poder del Espíritu nos da el don abundante de su Espíritu.

El Espíritu Santo  introduce a la Iglesia en la Verdad Total. 

El Espíritu Santo nos asiste para comprender la Revelación de Cristo, interiorizando su palabra en nuestro corazón.

El Espíritu Santo es el artífice de toda la Unidad, Santidad, Catolicidad y Apostolicidad en el seno de la Iglesia. 

El Espíritu Santo es al que le corresponde dirigir todos los dones jerárquicos y carismáticos de la Iglesia. 

El  Espíritu Santo es quien da los frutos de santidad y de perfección que surgen en cada instante.

Ven, Espíritu Santo, 
llena los corazones de tus fieles 
y enciende en ellos el fuego de tu amor.

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