jueves, 16 de mayo de 2013

Paisaje con ermitaño



Paisaje con ermitaño, ca. 1610. Paul Brill
Óleo sobre lienzo, 1,60 x 1,40 cm

En febrero de 1601, Don Pedro de Toledo, quinto marqués de Villafranca, contrató a Paul Bril, Wenzel Cobergher, Willem I van Nieulandt y Jacob Frankaert I, pintores flamencos residentes en Roma, para la realización de una serie de pinturas de ermitaños y una de "Huomini Illustri". En la localidad se conservan 33 pinturas atribuidas al pintor flamenco y a su grupo de colaboradores, formado por Wenzel Cobergher, Jacob Frankaert y Willem I van Nieulandt. Se trata de paisajes con figuras de ermitaños que se conservan en su mayoría en el convento de La Anunciada. 

Hoy en el dia de san Pacomio, monje egipcio del sigloIV, meditamos ante un texto suyo:

Honra a Dios obedeciéndole, y serás fuerte. Acuérdate de las penalidades que han soportado los santos. Mantengamos entre nosotros la concordia, siendo fieles a nuestra vocación. Ante todo pongamos todo el empeño en progresar espiritualmente en esta vida que hemos abrazado, para merecer llevar a feliz término el camino de nuestra vida monástica con el beneplácito de Dios. Procuremos no parecernos a quienes ponen su gozo en las cosas vanas y perecederas, a fin de que no nos suceda que nuestro corazón, abandonando el recto camino, cometa el pecado y quede privado de la esperanza de la vida eterna.

Es incumbencia de la inteligencia conocer que la voluntad de Dios es la fuente de todo bien. De hecho, el peor de los males reside en resistir a la ley de Dios y en secundar la propia voluntad. Quien hace su propia voluntad se verá privado del conocimiento de Dios, no podrá seguir el camino de los santos y, a la postre, se encontrará con la ruina y el llanto.

Estamos, pues, ahora en el tiempo favorable para agradar al Señor, ya que la salvación se consigue en el tiempo de la tribulación. No nos contentemos, pues, con tener una fe firme en el tiempo de los consuelos, para alejarnos luego de ella a la hora de la prueba. En efecto, la Escritura nos dice: Si ofreces un voto al Señor, tu Dios, no demores su cumplimiento. Y también: No te asustes en el momento de la prueba: aguanta y confía en Dios. La plenitud de una fe inconmovible es un don de Dios, que los profetas obtuvieron del Espíritu Santo. En esta fe fueron confirmados los apóstoles, los cuales, padeciendo por su causa muchas tribulaciones, consiguieron el premio eterno.

Tengamos presente esta verdad para no dejarnos arrastrar de acá para allá, engañados por las seducciones del error. Permanezcamos más bien firmes e inmóviles, teniendo a raya las divagaciones de la mente que burbujean como el agua con el asiduo recuerdo de la ley divina. Con tales meditaciones, destruiremos la ley de la carne y así podremos descubrir y conocer mejor lo que agrada a Dios, conservándonos inmunes de los cuidados del mundo y de todo tipo de soberbia, que es una verdadera locura, el peor de todos los males.

Teniendo siempre presente a Dios ante los ojos de la mente, acordémonos de su pasión y de su muerte en la cruz, por lo cual fuimos redimidos y devueltos a la vida. Aborrezcamos el mundo y cuanto le pertenece y aborrezcamos asimismo toda comodidad del cuerpo. Hemos renunciado a esta vida para poder vivir con Dios. Acordémonos, carísimos hermanos, de nuestra profesión, en la que prometimos servir a Dios. De esto deberemos dar cuenta en el día del juicio. Aceptemos los sufrimientos del hambre, de la sed, de la pobreza, de las vigilias. Ocupémonos en la oración y en la salmodia, gimiendo desde el fondo del corazón y derramando lágrimas de compunción, y examinémonos con toda diligencia para descubrir si al menos en algo podemos ser encontrados dignos de Dios, gracias a su infinita misericordia.

No retrocedamos ante la puerta estrecha de la tribulación, a fin de conseguir el gozo de las consolaciones divinas y merecer el descanso eterno de la vida inmortal. Amén.

San Pacomio, Exhortaciones

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