sábado, 27 de julio de 2013

Juan Correa de Vivar. Descendimiento de la Cruz


Descendimiento de la Cruz. 1545. Juan Correa de Vivar
Óleo sobre tabla. Medidas: 225 cm x 178 cm.
Museo del Prado. Madrid España.

La tragedia acaecida en Santiago de Compostela nos mueve hoya contemplar una imagen que dé sentido al misterio de nuestra muerte. Nuestra fe nos remite inmediatamente a la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo, que tuvo su desenlace en su santa Resurrección. Para ello hemos escogido un Descendimiento propio del Renacimiento, que expresa los sentimientos de los distintos protagonistas: el dolor de la madre, la compasión de quienes descienden el cadáver, el gesto místico de Juan y el llanto de las mujeres.

El Descendimiento que hemos escogido pertenece al pintor Juan Correa de Vivar. Considerada como una de sus mejores obras, destaca la cuidada composición cuyo equilibrio recuerda al arte de Juan de Borgoña (h. 1470 1534) y de Antonio Comontes (ca. 1520). Su tamaño y formato hacen suponer que hubiera podido formar parte del altar de alguna iglesia toledana desamortizada en el siglo XIX

La composición es una pervivencia de los modelos florentinos percibidos a través de Juan de Borgoña, como El Descendimiento de la cruz de este último pintado al fresco en la Sala Capitular de la catedral de Toledo (1509-1511). Se trata de una compleja narración donde convive el dolor de María, la intensa devoción de la Magdalena y la actividad física de Nicodemo, José de Arimatea y, en este ejemplar del Prado, del propio San Juan. La escena se enmarca aquí en un espléndido paisaje que evoca igualmente al maestro Borgoña. El contraste entre los peñascos de rotunda geometría, coronados por arbustos y matorrales de un verde intenso, con el color arcilloso de las piedras sirve para crear un escenario cercano y luminoso que se abre en el centro hacia una línea del horizonte poblada por valles y colinas.

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