jueves, 27 de marzo de 2014

Luis Tristán. La Última Cena

La Última Cena.1620. Luis Tristán
 Óleo sobre lienzo. Medidas: 107cm x 164cm.
Museo del Prado. Madrid España.

El aspecto que, tal vez, nos resulta más extraño a los cristianos de la escena de la Última Cena, es su relación, evidente para un judío, con la fiesta de la Pascua, y con todo el significado bíblico que encierra dicha relación. La Pascua es la fiesta de la liberación de Israel en el desierto, y se celebraba con un banquete, que ritualizaba el paso del Señor matando a los primogénitos de Egipto, mientras la sangre untada en las puertas de los israelitas los salvaba; y, juntamente a ello, la rápida huida por la noche, sin apenas tener tiempo de poner la levadura en el pan. De hecho, el pan que comían era ázimo, y tenían que estar vestidos como los peregrinos, recordando aquella situación en la que Dios salvó a su pueblo.

Jesús puso en relación con su vida y, sobre todo, con los sucesos de su Muerte y Resurrección, estos significados en la Última Cena. Sus discípulos fueron conscientes, desde la misma Resurrección del Señor, que esa había constituido la nueva y definitiva Pascua. Por eso, desde el principio, reiteraron esa Cena en el sacramento de la Eucaristía.

Un jueves de Cuaresma más contemplamos esta escena, hoy de la mano del pintor barroco Luis Tristán. Su obra ilustra el momento en el que Cristo bendice el pan e instituye el sacramento de la Eucaristía. Las figuras presentan semejanzas con las del Greco, primer maestro de Tristán, pero el colorido y la precisión de las viandas que aparecen sobre la mesa nos hablan de una estética bien distinta, que incorpora el bodegón como uno de los géneros más novedosos de la pintura en el siglo XVII.

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