miércoles, 16 de julio de 2014

Pietro Novelli. Nuestra Señora del Carmen

Nuestra Señora del Carmen y santos. 1641. Pietro Novelli
Óleo sobre lienzo. Medidas: 474 cm. x 750 cm.
Museo Diocesano de Palermo

Celebramos hoy la popular advocación de Santa María del Monte Carmelo, de la que nació en la Edad Media la familia religiosa de los Carmelitas. En su honor, contemplamos hoy un lienzo de gran formato del pintor barroco siciliano Pietro Novelli. En él aparece la santísima Virgen del Carmen, entronizada sobre nubes y ángeles, mostrando al niño Jesús, sosteniendo entre ambos el escapulario del Carmen. En un plano inferior aparecen diversos santos de la orden: a la derecha, Simon Stock, el fundador de los ermitaños carmelitas en Tierra Santa. De rodillas aparece el santo mártir Ángel de Jerusalén, un fraile siciliano, asesinado por los cátaros en 1225. A la izquierda aparecen dos místicas carmelitas más recientes: santa Teresa de Jesús y santa María Magdalena de Pazzi.

La espiritualidad carmelita busca acercarnos al misterio de Dios a través de Jesucristo, encarnado de María Virgen. De este modo, la fuerte impronta mariana nos conduce hacia la humanidad de Jesucristo, a través de la cual podemos acceder al misterio invisible de Dios. Es algo que ya san León Magno, en la antigüedad había afirmado, tal como leemos en el sermón 1 de Navidad, que leemos hoy en el Oficio Divino:

Dios elige a una virgen de la descendencia real de David; y esta virgen, destinada a llevar en su seno el fruto de una sagrada fecundación, antes de concebir corporalmente a su prole, divina y humana a la vez, la concibió en su espíritu. Y para que no se espantara, ignorando los designios divinos, al observar en su cuerpo unos cambios inesperados, conoce, por la conversación con el ángel, lo que el Espíritu Santo ha de operar en ella. Y la que ha de ser Madre de Dios confía en que su virginidad ha de permanecer sin detrimento. ¿Por qué había de dudar de este nuevo género de concepción, si se le promete que el Altísimo pondrá en juego su poder? Su fe y su confianza quedan, además, confirmadas cuando el ángel le da una prueba de la eficacia maravillosa de este poder divino, haciéndole saber que Isabel ha obtenido también una inesperada fecundidad: el que es capaz de hacer concebir a una mujer estéril puede hacer lo mismo con una mujer virgen.

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