domingo, 18 de enero de 2015

Hubert y Jan van Eyck. La Adoración del Cordero Místico.

La Adoración del Cordero Místico. 1432. Hubert y Jan van Eyck
Óleo sobre tabla. Políptico completo: 350 cm x 223 cm
Catedral de San Babón. Gante (Bélgica)

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios.» 

Así comienza el Evangelio que leemos hoy en la Eucaristía. Juan señala a Jesús, y dice de él que será el Cordero de Dios, es decir, que se ofrecerá en sacrificio para la salvación de todo el pueblo.

Esto nos va a permitir una obra maestra de la pintura gótica: el retablo la Adoración del Cordero Místico. También conocido como Altar de Gante, es un políptico de doce tablas al óleo realizado por los hermanos Hubert y Jan van Eyck, por encargo de Joos Vyd y su esposa, Elisabeth Borluut. Fue pensado para la iglesia de San Juan de Gante (actual Catedral de San Bavón), donde aún permanece.

El tema central es la narración bíblica sobre la redención del hombre por el sacrificio de Jesús, ofreciendo una lectura de la Teología cristiana desde la Anunciación (en su exterior) hasta la Adoración del Cordero (en su interior). Normalmente se mostraba cerrado, pero en las festividades se abría, dejando a la vista los colores vibrantes del interior.


El panel inferior central muestra la escena principal, la Adoración del Cordero Místico, representando al Hijo de Dios y su Eucaristía. Se trata de una obra fundamental en la historia de la pintura ya que ofrece un nuevo campo de visión naturalista, resultado de ampliar sobre una tabla escenas y representaciones que hasta entonces solo fueron accesibles a los conocedores de las miniaturas.

La sangre de Jesús es recogida en la copa. En el cielo surge la paloma, símbolo del Espíritu Santo, que ilumina la escena. El Cordero está rodeado por catorce ángeles, algunos de ellos con los símbolos de la Pasión (la cruz, la columna, la corona de espinas, la lanza, la esponja). Delante, la fuente de la vida de la que nace un arroyo, cubierto de joyas.

En la escena se observa una campiña con una ciudad al fondo. Esta campiña presidida por el trono del Cordero es un espacio que alberga un despliegue de numerosas figuras y detalles prodigiosamente concretos. Una ola de luz penetra toda la naturaleza, liga sin brusquedad todos los ambientes y une armoniosamente todas las materias, desde las telas de los ropajes y los metales de las hebillas y coronas hasta la piel de los rostros, las hojas de los árboles y los edificios del fondo.


Los cuatro grupos que adoran al Cordero son:

Un grupo de judíos, sosteniendo el Libro Sagrado. Junto a ellos, los paganos, representado por sus caras orientalizantes y diversidad de sombreros y tocados. Dentro de este grupo, destaca la figura de blanco que pudiera ser probablemente el poeta romano Virgilio.

La iglesia católica, donde figuran los doce Apóstoles en primer término y detrás santos y papas. Se reconoce entre los santos a San Esteban portando las rocas con que fue martirizado.

Mártires masculinos, portando palmas.

Mártires femeninos, que también portan palmas.

El paisaje representa el Jerusalén celestial. Hay plantas parecidas a las mediterráneas. En el horizonte se ven colinas, montañas y ciudades, creyéndose reconocer en la torre que queda detrás del altar el campanario de Utrecht.

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