viernes, 30 de enero de 2015

Murillo. San Lesmes

San Lesmes. XVII. Murillo
Óleo sobre lienzo. Medidas: 243 x 179 cm
Museo de Bellas Artes de Bilbao

Recordamos hoy la santidad de Lesmes (Adelmo), nacido en la villa de Loudon (Poitou) el año 1035. Su infancia transcurre al calor de los cuidados de su madre y bajo la protección de su padre en sus esporádicas estancias en el hogar, a causa de las obligaciones de su profesión de militar. Llegado a la juventud y siguiendo los deseos de su padre, se alista en la milicia. A la muerte de sus padres y sintiéndose insatisfecho del mundo, decide abandonar la vida militar, movido por el deseo de responder a la llamada de Dios, que le invita a dejarlo todo para entregarse plenamente a su servicio.

Emprende entonces peregrinación a Roma, para visitar la tumba de San Pedro, con la intención de hacerse monje. La Providencia divina le va propiciar, al pasar por la Auvernia, el encuentro con el abad Roberto, que ha fundado recientemente el monasterio de Casa Dei. La breve convivncia con el abad y su comunidad, suscita en Lesmes el deseo de ingresar en la nueva abadía benedictina, pero el abad Roberto le pide que concluya su peregrinación a Roma. A su vuelta ingresó en el monasterio de Casa Dei. Su intensa vida de oración en el convento y su entrega a los hermanos, le convierte en un monje ejemplar, llegando a ser maestro de novicios y , más tarde, por designación de sus hermanos, Abad de la Comuniad. Su fama de santidad y las noticias de sus numerosos milagros se extendieron por toda Francia. Este fue el motivo por el que la reina Doña Constanza de Borgoña, de origen francés y segunda esposa del rey Alfonso VI de Castilla, le invitó a Burgos para asesorar a la Corte y contribuir a remediar los males que aquejaban a esta tierra castellana. El humilde monje decide aceptar la sugerencia real, como manifestación del querer divino. Su virtud y poder de convicción se mostraron espléndidamente durante la reconquista de Toledo en 1085. El ejército castellano no se atrevía a cruzar el Tajo para lanzarse sobre la ciudad; entonces, San Lesmes, montado en su pollino, se lanzó en medio dela corriente, arrastrando tras de si a todo el ejército castellano.

Más tarde, con la anuencia del rey Alfonso VI, se afinca en Burgos, en una sencilla casa, junto a la ermita de San Juan Evangelista, haciéndose cargo del culto en la misma así como también del hospital fundado por el rey en el año 1070 para acogida de peregrinos, a los que Lesmes atiende personalmente curándoles sus heridas.

Su experiencia de viajero por la ruta jacobea de Le Puy, le convierte en pionero dela hospitalidad a peregrinos y menesterosos. Su permanencia definitiva en Burgos le pone en contacto con las gentes y sus problemas. A todos trata de servir con su reconocida grandeza de alma. Acoge a pobres y peregrinos y funda el monasterio de San Juan Evangelista, en el que introduce la regla benedictina,y del cual fue su primer Prior. Aquejado de una grave enfermedad pulmonar, con 62 años de edad, le sorprende la muerte, el 30 de enero de 1097. Lesmes es conducido por sus monjes al oratorio, donde entrag su alma a Dios, entre los brazos de sus hermanos.

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