viernes, 13 de marzo de 2015

Murillo. el mártir san Rodgrigo de Córdoba

San Rodrigo de Córdoba. 1650-1655. Murillo
Óleo sobre tabla. Medidas: 206 cm x 124 cm.
Galería de Pinturas de los Maestros Antiguos. Dresde

En Córdoba, en la región de Andalucía, en España, pasión de los santos Rodrigo, presbítero, y Salomón, mártires. El primero, al negarse a aceptar que Mahoma era de verdad el profeta enviado por el Omnipotente, fue encarcelado, y en el cautiverio dio con Salomón, que algún tiempo antes había pertenecido a la religión mahometana, y ambos fueron degollados a la vez, finalizando así gloriosamente el curso de su combate (857).

Recordamos hoy a dos santos de la Iglesia Hispana, martirizados en la ciudad de Córdoba durante las persecuciones del siglo IX. San Rodrigo mártir vivió bajo el reinado de Mohamed I, hijo de Abderramán II, en el emirato de Córdoba. San Eulogio, obispo de esta ciudad, da cuenta del martirio sufrido por Rodrigo, juntamente con san Salomón, el día 13 de marzo del año 895.

Rodrigo era natural de un pueblo próximo a Egabro (Cabra), cursó en esta ciudad los estudios eclesiásticos y se ordenó sacerdote. Uno de sus hermanos, fanático de Mahoma, arremetió un día contra él y lo dejó malherido; y habiéndolo instalado en una camilla, lo paseó por la ciudad, explicando que de esta manera quería demostrar su fe musulmana. Pero habiéndose rehecho Rodrigo de sus heridas, logró escapar. Su hermano, despechado, lo acusó ante el cadí de prevaricador y apóstata. Conducido a prisión, allí conoció a otro mozárabe, Salomón, acusado como él de haber renegado de Mahoma.

Después de numerosos intentos por convertirlos al Islam, el cadí los sentenció a muerte. Fueron degollados, y sus cuerpos, atados a pesadas piedras, fueron arrojados al río. Pero fueron hallados milagrosamente, y enterrados solemnemente, durante una procesión nocturna, precedida por el obispo Saúl. Días más tarde fue enterrado y sepultado en la iglesia de San Ginés.

El retrato del mártir san Rodrigo que contemplamos pertenece a Murillo. Aparece el santo revestido con una rica casulla, en la que aparecen bordados dos santos; el manípulo propio de los ornamentos sacerdotales, y la palma del martirio. En la parte superior, un ángel se dispone a coronarlo.

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