martes, 21 de abril de 2015

Juan de Juanes. Martirio de san Esteban

Martirio de san Esteban. 1562. Juan de Juanes
Óleo sobre tabla. Medidas: 160 cm x 123 cm.
Museo del Prado. Madrid

Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.» Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y, con estas palabras, expiró. Saulo aprobaba la ejecución.

La primera lectura de la Eucaristía de hoy pone ante nuestros ojos el primer martirio, la primera confesión hasta la muerte, de un discípulo de Cristo. La muerte de san Esteban abre el camino a una gloriosa serie, que todavía perdura en nuestros días.

Contemplamos la escena en una tabla pintada por Juan de Juanes. Mientras el santo se encomienda a Dios, los expresivos sayones lapidan con ira a Esteban vestido con ropa de diácono. Al fondo aparece Saulo, el futuro San Pablo, contemplando la escena enmarcada por un característico paisaje salpicado de ruinas clásicas, obeliscos y pirámides, según los modelos de Rafael que se repiten en casi toda la obra de Juan de Juanes. Fue pintada para el retablo de San Esteban de Valencia, junto a otras escenas de la vida del santo.

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