viernes, 23 de octubre de 2015

Taller de Van der Weyden. Piedad

Piedad. 1440-1450. Taller de Rogier van der Weyden
Óleo sobre tabla. Medidas: 46 cm x 34 cm.
Museo del Prado. Madrid

En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: «Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente?

El Evangelio de hoy nos habla del signo que tiene lugar en el tiempo presente, es decir, la irrupción salvadora de Dios en la historia de los hombres. En la Cruz tiene lugar la plenitud de este misterio, que se erige como el momento más decisivo de la historia humana.

Contemplamos hoy una obra típica del taller de van der Wyden: una crucifixión con un personaje desconocido, sin duda, el donante de la obra. Son varias las obras que tienen las mismas características. Las imágenes podían adaptarse en cada caso según el deseo del cliente. Es frecuente que las figuras añadidas aparezcan integradas con cierta torpeza, y ligeramente fuera de escala, como el donante en el cuadro del Prado. Todas las versiones que se conservan parecen realizadas por ayudantes distintos que trabajaban por separado y que tenían gustos muy diferentes en materia de color. En todas ellas, no obstante, el estilo es claramente el de Van der Weyden. Como ha tenido que perderse una gran cantidad de cuadros como este, es imposible estimar cuántos de ellos habrían salido del taller del maestro, tanto antes como después de su muerte.

La Piedad del Prado es un ejemplo excelente de obra de gran calidad realizada sin duda por miembros del taller de Van der Weyden. Como conservaban la inconfundible personalidad artística del maestro, las piezas de ese tipo debieron de contribuir no poco a difundir su fama y a establecer su papel como el mejor y más importante pintor de temas religiosos de su tiempo.

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