domingo, 20 de diciembre de 2015

Maestro de Perea. La Visitación

La Visitación.1500. Maestro de Perea
 Óleo sobre tabla. Medidas: 176 cm x 155 cm.
Museo del Prado. Madrid. España

En aquellos días, María se puso de camino y fue a prisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»

Leemos en este cuarto Domingo de Adviento el texto de la Visitación de Nuestra Señora a su prima santa Isabel, un tema frecuente en la iconografía medieval y renacentista. Hemos escogido una rica tabla pintada por el llamado Maestro de Perea, que marca la transición del hispano-flamenco al primer Renacimiento en Valencia. Al no haberse conservado ninguna obra firmada ni documentada de su mano, se le designa con un nombre convencional de Maestro de Perea, a partir, en este caso, del apellido de Pedro de Perea, trinchante del rey Católico, para quien su viuda, Violante de Santa Pau, mandó hacer a este artífice en 1491 un retablo con sus armas destinado a la capilla de la Epifanía del convento de Santo Domingo de Valencia.. En todas las pinturas que se atribuyen al Maestro de Perea se pueden apreciar las mismas características, entre las que cabe reseñar la utilización de los mismos tipos humanos derivados de la tradición de Jacomart-Reixach, en los que destaca la forma peculiar en la que deja ver la oreja entre los cabellos. De este modo, este artífice contribuye a prolongar la tradición del arte hispano-flamenco hasta comienzos del XVI, en una ciudad cuya pintura se incorpora al Renacimiento en 1472, año en que llegan a Valencia Paolo de San Leocadio y Francesco Pagano, hasta el punto de que apenas introduce motivos renacentistas en sus obras. Otro aspecto a destacar es el interés que el Maestro de Perea sintió por los brocados de oro en los trajes, que se muestran con reiteración en todas sus pinturas en las que el aumento de los valores decorativos va en detrimento de los plásticos y aun volumétrico

Al fondo aparece el momento inmediatamente anterior a la escena principal, la Virgen y San José, dirigidos por dos ángeles, de camino hacia la casa de Isabel y de su esposo Zacarías. El formato alargado de la composición facilita el desarrollo de la narración. Los diferentes elementos arquitectónicos, los adornos y los detalles pertenecen ya al nuevo estilo renacentista, pese a las influencias de los modelos flamencos que todavía guardan las figuras, y la presencia del oro del gusto de los clientes valencianos, ya que aumenta la riqueza del conjunto, ajena al arte renacentista.

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