martes, 30 de junio de 2015

Juan de Roelas. Cristo ejemplo de mártires

Cristo ejemplo de mártires. 1615. Juan de Roelas
Óleo sobre lienzo. Medidas: 118cm x 154cm.
Museo del Prado. Madrid

Después de la celebración, ayer, del martirio de los santos apóstoles Pedro y Pablo, recordamos hoy a los mártires de la persecución del emperador Nerón en Roma, entre los años 64 al 68. El historiador Cornelio Tácito escribió a principios del siglo II que ante el rumor popular de que el incendio de Roma había sido provocado por Nerón, acusó a los cristianos del gran crimen para desviar la ira del pueblo. Fueron cruelmente reprimidos, según los Anales de Tácito. Suetonio, otro escritor prominente de principios del siglo II corrobora la versión, señalando que entre las obras públicas de Nerón se contaba que persiguió a los cristianos.

Hemos escogido una obra que presenta una abigarrada composición centrada en la Crucifixión de Jesucristo y en el martirio de los doce apóstoles. Posiblemente proceda del convento de la Merced Calzada en Sevilla donde se recuerda que Roelas y sus discípulos pintaron una serie de obras que mostraban martirios de religiosos.

Efectivamente, todo martirio cristiano no es otra cosa que el testimonio definitivo del creyente, que confiesa a Cristo como Dios y Señor, por quien está dispuesto a morir, participando así de su sacrificio redentor, en la esperanza de participar también de la fuerza divina de su Resurrección. Es la idea que se pone de relieve en este lienzo, y que nos sirve hoy para recordar a tantos mártires anónimos que, de forma cruel, perecieron en aquella primera gran persecución.

lunes, 29 de junio de 2015

San Pedro y san Pablo

San Pedro y san Pablo, 1618-20. José de Ribera "el españoleto"·
Óleo sobre lienzo, 126 x 112 cm
Museo de BB. AA. Estrasburgo. Francia

Celebramos hoy la solemnidad de san Pedro y san Pablo, a quienes la liturgia llama los principes de la Iglesia, grandes testigos de Jesucristo y, anunciadores del evangelio. Son las dos columnas del edificio de la fe cristiana. Dieron su vida por Jesús y gracias a ellos el cristianismo se extendió por todo el mundo. Ellos nos invitan hoy a hacer una solemne confesión de fe en la Iglesia una, santa, católica y apostólica, en esta fiesta de la catolicidad.

Pedro, el amigo vehemente y apasionado de Jesús, es el hombre elegido por Cristo para ser “la roca” de la Iglesia: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Aceptó con humildad su misión hasta el final, hasta su muerte como mártir. 

Pablo, el perseguidor de Cristianos que se convirtió en Apóstol de los gentiles, es un modelo de ardoroso evangelizador para todos los católicos porque después de encontrarse con Jesús en su camino a Damasco, se entregó sin reservas a la causa del Evangelio.

Ellos, fundamento de la Iglesia, demuestran su grandeza en el sufrimiento (que es la suprema prueba de la vida). No vivieron un cristianismo alienante; su existir fue duro y conocieron muchas tensiones. Una vez dado el sí a Jesucristo, no se hicieron atrás. Entregaron la vida por la comunidad (por el Cuerpo de Cristo, por Cristo). Se puede notar como en el sufrimiento, a semejanza de Cristo, recibieron el consuelo del ángel y se dieron cuenta de la salvación.

Pablo, hombre de tierno corazón bajo formas exteriores duras, está próximo a la muerte, pero no tiene miedo, no se arrepiente de nada, sino que está contento de haber luchado y de haber aguantado firme en la fe. Es el Señor quien le ha ayudado y le ha dado fuerzas para anunciar el mensaje.

Aquí la homilía de Benedicto XVI en la Basílica Vaticana el Viernes 29 de junio de 2007, Solemnidad de los Apóstoles Pedro y Pablo. 

En el cuadro que hoy proponemos, San Pedro y San Pablo aparecen con sus respectivos atributos: la espada y las cartas para Pablo y las llaves para Pedro. Están enfrentados en una viva discusión por un texto bíblico que aparece en el centro de la composición, convirtiéndose en el eje del aspa con el que se estructura la escena. San Pedro aparece en la izquierda, representado como un hombre anciano, calvo y con barba. Posiblemente se trata del mismo modelo que utilizó Ribera para su San Pedro del apostolado incompleto. Por su parte, en la derecha, San Pablo se representa como un hombre maduro y barbado, pudiendo tratarse también del mismo modelo del apostolado. Una vez más, Ribera se interesa por resaltar los detalles, los libros, la llave, la espada que resurge del fondo, haciendo hincapié en el naturalismo que le caracteriza. Tampoco es despreciable la belleza del efecto de luces y sombras que emplea, tomando un foco de luz procedente de la izquierda para bañar a los personajes y los objetos y mantener en penumbra el resto de la composición. De esta manera se refuerza el momento de tensión que alcanza la discusión de los santos. Las tonalidades oscuras empleadas, entre las que destaca el manto rojo y la túnica verde de San Pablo, son herencia de Caravaggio, el maestro que influyó en las primeras etapas de la producción del Españoleto aunque el maestro valenciano particularice de manera única su propio estilo. 

El lienzo debía estar en el Monasterio de El Escorial al ser citado en la antesacristía por el padre Santos en 1657. Desapareció en la Guerra Napoleónica pero tuvo gran importancia en España, como se deduce del amplio número de copias existente.

viernes, 26 de junio de 2015

Herrada de Landsberg. El seno de Abraham

El seno de Abraham. 1180. Herrada de Landsberg
Copia. Original: óleo sobre pergamino
Biblioteca Municipal de Estrasburgo

Dios replicó: «No; es Sara quien te va a dar un hijo, a quien llamarás Isaac; con él estableceré mi pacto y con sus descendientes, un pacto perpetuo. En cuanto a Ismael, escucho tu petición: lo bendeciré, lo haré fecundo, lo haré multiplicarse sin medida, engendrará doce príncipes y haré de él un pueblo numeroso. Pero mi pacto lo establezco con Isaac, el hijo que te dará Sara el año que viene por estas fechas.»  Cuando Dios terminó de hablar con Abrahán, se retiró.

Leemos hoy en la Eucaristía uno de los textos más importantes del Antiguo Testamento, en el que Dios le promete a Abrahán una descendencia, no basada en la pura carne, sino en la fe puesta en una promesa de muy difícil cumplimiento. Abraham pasa a ser el padre en la fe de todos los creyentes, que son acogidos en su seno.

Precisamente, hemos escogido una iluminación medieval de dicha idea, en la que aparece Abraham sentado en un trono, entre los cuatro ríos que salen del Paraíso, con una multitud de niños que representan las almas de los creyentes de todo los tiempos. Pertenece a una curiosa obra de Herrada de Landsberg, una monja alsaciana del siglo XII y abadesa de la abadía de Hohenburg en los montes Vosgos, perteneciente a su enciclopedia pictórica Hortus deliciarum (El Jardín de las delicias).

Hacia el año 1165 Herrada había comenzado entre los muros de su convento la obra por la que sería conocida, el Hortus deliciarum, un compendio de todas las ciencias estudiadas en su época, incluyendo la teología. En esta obra Herrada detalla la batalla entre la Virtud y el Vicio con imágenes visuales especialmente vívidas que preceden a los textos.

Su obra muestra una escritura muy elaborada. Su principal distinción la constituyen las 336 ilustraciones que adornan el texto. Muchas de ellas son representaciones simbólicas de temas teológicos, filosóficos y literarios; algunas son históricas, algunas representan escenas relacionadas con la experiencia personal de la artista y una ilustración es una serie de retratos de sus hermanas religiosas. La técnica de algunas ilustraciones ha sido muy apreciada en casi todos los ámbitos artísticos, ya que demuestra una imaginación muy extraña entre los artistas contemporáneos de Herrada. La poesía que acompaña a los extractos de escritores de la antigüedad y de autores paganos también ha contribuido a la fama de Herrada.

La obra tiene defectos habituales en las obras literarias del siglo XII: faltas de ortografía, palabras y construcciones no utilizadas en la gramática clásica y giros estilísticos en varias frases que no serían aceptados en una escuela de poesía latina de su época. Sin embargo, su sentimiento es sincero, las líneas poéticas son musicales y admirablemente adaptadas a su propósito, el servicio a la divinidad. Herrada considera que su comunidad es una congregación unida para servir a Dios cantando alabanzas en su nombre.

Después de haber sido preservado durante siglos en la abadía de Hohenburg, el manuscripto del Hortus deliciarum pasó a la biblioteca municipal de Estrasburgo durante la Revolución francesa. Allí las miniaturas fueron copiadas en 1818 por Christian Moritz. De esta forma, aunque el manuscrito original fue destruido durante el incendio de la biblioteca de Estrasburgo en el asedio de la ciudad de 1870 durante la guerra franco-prusiana, actualmente todavía se puede apreciar el valor artístico y literario de la obra de Herrada.

jueves, 25 de junio de 2015

Cozza. Agar e Ismael en el desierto

Agar e Ismael en el desierto. 1665. Francesco Cozza
Óleo sobre lienzo. Medidas: 72 x 97 cm.
Rijksmuseum. Amsterdam

En aquellos días, Saray maltrató a Hagar, y ella se escapó. El ángel del Señor la encontró junto a la fuente del desierto, la fuente del camino de Sur, y le dijo: «Hagar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y adónde vas?» Ella respondió: «Vengo huyendo de mi señora.» El ángel del Señor le dijo: «Vuelve a tu señora y sométete a ella.» Y el ángel del Señor añadió: «Haré tan numerosa tu descendencia que no se podrá contar.»

La primera lectura, del Libro de Génesis, nos relata la huida de la esclava de Abraham, Agar. Abraham no había conseguido descendencia de su mujer, Sara; sin embargo, la descendencia llegó por la esclava, Ismael. Posteriormente tendrá un hijo de su propia mujer, Sara, cuando cree en la promesa de Dios. La interpretación de este pasaje distingue Ismael de Isaac, los hijos de Abrahán, porque el primero es el hijo de la carne, mientras que el segundo es el hijo de la fe.

La imagen que contemplamos pertenece a Francesco Cozza, un pintor barroco italiano de la escuela napolitana especialista en frescos. Después de haber pasado su juventud en su ciudad natal de Calabria, Francesco Cozza fue a Roma, donde fue aprendiz primero y después colaborador de Domenichino (1581 – 1641). Su presencia se registra en Roma, en la Basílica de San Andrés de Fratte, donde se localiza la orden de los Mínimos de San Francisco de Paula, poco antes de 1630, cuando el Domenichino fue a Nápoles. Siguió siendo un invitado de la Mínimos hasta 1634, en este período siguió a Domenichino a Nápoles y a Frascati. El resto de su vida permaneció en Roma y en sus entornos.

miércoles, 24 de junio de 2015

Perugino. San Juan Bautista

San Juan Bautista. 1502-1510. Perugino
Óleo sobre tabla. Medidas: 160 x 67 cm.
Museo Metropolitano. Nueva York

Celebramos la Natividad de san Juan Bautista. La iconografía lo representa, fundamentalmente, con el dedo de la mano derecho señalando al Cordero de Dios, es decir, a Jesús. Hemos escogido una representación de gran formato, pintado por Pietro Perugino. Forma parte de un retablo para el altar mayor de la iglesia de la Santissima Annunziata de Florencia. Iniciado por Filippino Lippi en 1502, se completó después de su muerte por Perugino. El retablo tenía la forma de un arco de triunfo romano, con grandes escenas, flanqueada por los santos del Perugino, que son notables por el colorido tenue y sutil tratamiento de la luz.

martes, 23 de junio de 2015

Lorenzo Monaco. Abraham

Abraham. 1410. Lorenzo Monaco
Óleo y oro sobre tabla. Medidas: 58 cm x 42 cm.
Museo Metropolitano. Nueva York

El Señor habló a Abrán, después que Lot se había separado de él: «Desde tu puesto, dirige la mirada hacia el norte, mediodía, levante y poniente. Toda la tierra que abarques te la daré a ti y a tus descendientes para siempre. Haré a tus descendientes como el polvo; el que pueda contar el polvo podrá contar a tus descendientes. Anda, pasea el país a lo largo y a lo ancho, pues te lo voy a dar.»

La primera lectura nos lleva a la figura de Abraham, al que Dios prometió dar una descendencia y una tierra, como contrapartida a la fe que el arameo depositó en la Palabra del Señor. Abraban es, por excelencia, el hombre que creyó. Por eso, hemos escogido hoy esta tabla de Lorenzo Monaco, que representa a Abraham sentado, con su hijo Isaac a los pies, y los instrumentos del sacrificio: el cuchillo y el fuego.

Lorenzo Monaco entró en el monasterio de la orden de los camaldulenses de Santa Maria degli Angeli en Florencia en 1391, donde trabajó como miniaturista en el scriptorium y como pintor sobre tela, consagrándose en aquel tiempo como uno de los mejores pintores de temática sagrada en Florencia. Pintó de manera más esporádica al fresco y su mayor obra con esta técnica es la decoración de la capilla de la familia Bartolini en la Basílica de la Santa Trinidad (Basilica di Santa Trinita).

En 1404, su estilo se orientó hacia el gótico internacional. En sus numerosos retablos dorados, se encuentra un estilo característico de los movimientos sinuosos de las figuras y los vestidos, de colores brillantes y cromáticamente muy ricos (profusión de oro y azul de lapislázuli), con originales composiciones arquitectónicas.

lunes, 22 de junio de 2015

Holbein el joven. Santo Tomás Moro

Santo Tomás Moro. 1527. Hans Holbein el Joven
öleo sobre tabla. Medidas: 74 cm x 60 cm.
Colección Frick. Nueva York.

Celebramos hoy el martirio de santo Tomás Moro (Londres, 1478 - 1535). Fue un pensador, teólogo, político, humanista y escritor inglés, Lord Canciller de Enrique VIII, profesor de leyes, juez de negocios civiles y abogado. Su obra más famosa es Utopía donde busca relatar la organización de una sociedad ideal, asentada en una nación en forma de isla del mismo nombre. Además, Moro fue un importante detractor de la Reforma protestante y, en especial, de Martín Lutero y de William Tyndale.

En 1535 fue enjuiciado por orden del rey Enrique VIII, acusado de alta traición por no prestar el juramento de la supremacía de la Corona sobre la Iglesia y oponerse al divorcio con la reina Catalina de Aragón. Fue declarado culpable y condenado a muerte. Permaneció en la Torre de Londres hasta ser decapitado el 6 de julio de ese mismo año. Moro fue beatificado en 1886 y canonizado en 1935, junto con John Fisher.

El retrato pertenece a Hans Holbein el Joven. Nacido en Augsburgo, Holbein trabajó principalmente en Basilea como artista joven. Al principio pintó murales y obras religiosas y diseños para vidrieras y libros impresos. También pintó ocasionalmente retratos, destacando internacionalmente con retratos del humanista Desiderio Erasmo de Róterdam. Cuando la Reforma alcanzó Basilea, Holbein trabajó para clientes reformistas mientras continuaba sirviendo a patrones religiosos tradicionales. Su estilo gótico tardío fue enriquecido por las tendencias artísticas en Italia, Francia y los Países Bajos, así como por el Humanismo renacentista. El resultado fue una combinación estética única en sí misma.

Holbein viajó a Inglaterra en 1526 en busca de trabajo, con una recomendación de Erasmo. Fue bienvenido en el círculo humanista de Tomás Moro, donde rápidamente alcanzó alta reputación. Después de regresar a Basilea durante cuatro años, reemprendió su carrera en Inglaterra en 1532. Esta vez trabajó para las dos fuentes de mecenazgo, Ana Bolena y Thomas Cromwell. En el año 1535, Enrique VIII lo nombró Pintor del Rey. En este cargo, produjo no sólo retratos y decoraciones festivas, sino también diseños de joyería, platería y otros objetos preciosos. Sus retratos de la familia real y los nobles son un recuerdo vívido de una corte brillante en los años trascendentales en los que el rey Enrique estaba afirmando su supremacía sobre la iglesia inglesa.

sábado, 20 de junio de 2015

Memmi. San Pablo

San Pablo. 1330. Lippo Memmi
Témpera y oro sobre tabla. Medidas: 89 cm x 41 cm.
Museo Metropolitano. Nueva York.

Leemos en la lectura de la Eucaristía el elogio que de sí mismo hace san Pablo en el capítulo 12 de su Segunda Carta a los Corintios. Dicho, elogio, desemboca en la impresionante confesión de san Pablo sobre el medio por el cual Dios le ha infundido la humildad: Por la grandeza de estas revelaciones, para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: «Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad.» Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso, vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Hemos escogido un retrato de san Pablo, que lo representa con sus atributos tradicionales: la espada en la mano derecha, y sus propios textos sostenidos con la mano izquierda, Pertenece a Lippo Memmi, cuyo nombre completo era Filippo di Memmo di Filipuccio (Siena, h. 1291 – 1356). Fue un pintor italiano perteneciente a la Escuela sienesa. Fue el seguidor más destacado de Simone Martini, que era su cuñado. Nacido en una familia de artistas, era hijo del pintor Memmo di Filipuccio y hermano de Thederigo (o Federigo) Memmi. En 1324 su hermana contrajo matrimonio con Simone Martini, de quien hacía ya tiempo era el más estrecho colaborador. Su estilo es muy similar al de su cuñado, por lo que muchas obras atribuidas a éste pueden haber sido en mayor o menor medida fruto de su propio trabajo.Impulsó el gótico internacional, y terminó trabajando en el ámbito de la corte papal de Avignon.

viernes, 19 de junio de 2015

Visión de san Romualdo


Visión de san Romualdo,1631 . Obra de Andrea Sachhi.  
Óleo sobre lienzo, 310 x 175 cm. 

San Romualdo nace en Ravena el 951 y muere el 19 de junio, c. 1027,  fue el fundador de la orden de los Camaldulenses y figura destacada en el "renacimento del ascetismo eremítico" del siglo XI. Practicó la vida eremítica y, durante varios años, recorrió diversos lugares en busca de la soledad y fundando pequeños monasterios. Luchó denodadamente contra la relajación de costumbres de los monjes de su tiempo, mientras se esforzaba en adquirir la propia perfección. 

Fue educado sin formación cristiana por lo que se dejó arrastrar por el mundo. Sin embargo de vez en cuando experimentaba fuertes inquietudes y serios remordimientos de conciencia. Su padre desafió a un hombre a duelo. Se llevó a Romualdo como testigo y este vio con horror como su padre mataba a aquel hombre. Romualdo decidió irse a un monasterio benedictino a la montaña donde permaneció tres años en oración y penitencia. El superior temía que el padre de Romualdo se vengara y no lo recibía de monje. Por fin lo aceptó por la intercesión del Arzobispo.

Su vida ejemplar molestó a los otros monjes y Romualdo se alejó. Se encontró solo con un monje rudo y áspero llamado Marino. Esa convivencia le ayudó a progresar rápidamente en su vida de penitencia. Juntos lograron muchas conversiones: la del Jefe civil y militar de Venecia, el Dux de Venecia (quién fue a vivir en oración y soledad y llegó a ser San Pedro Urseolo); incluso la del padre de Romualdo quien arrepentido se retiró a un convento donde estuvo hasta la muerte. Llegaron entonces terribles tentaciones de impureza. Escribe el Padre Salesman:

La imaginación le presentaba con toda viveza los más sensuales gozos del mundo, invitándolo a dejar esa vida de sacrificio y a dedicarse a gozar de los placeres mundanos. Luego el diablo le traía las molestas y desanimadoras tentaciones de desaliento, haciéndole ver que toda esa vida de oración, silencio y penitencia, era una inutilidad que de nada le iba a servir. Por la noche, con imágenes feas y espantosas, el enemigo del alma se esforzaba por obtener que no se dedicara más a tan heroica vida de santificación. Pero Romualdo redoblaba sus oraciones, sus meditaciones y penitencias, hasta que al fin un día, en medio de los más horrorosos ataques diabólicos, exclamó emocionado: "Jesús misericordioso, ten compasión de mí", y al oír esto, el demonio huyó rápidamente y la paz y la tranquilidad volvieron al alma del santo.

Después de muchos sufrimientos y rechazos a manos de otros monjes, fundó una nueva comunidad a la que llamó "Camaldulenses" El monasterio más famoso de todos los de San Romualdo es el de Camáldoli, cerca de Arezzo, en la Toscana, fundado por él alrededor del año 1012. Se halla más allá de una montaña, la cual desciende en su parte más alejada en un precipicio escarpado que mira a un agradable valle, que entonces pertenecía a un castellano llamado Maldolo, quien lo cedió al santo; de ahí le viene el nombre de Camáldoli (campo de Máldoli). Se observan  allí silencio perpetuo y dedican su vida a la oración. 

En una visión, como vemos en el cuadro de hoy, vio una escalera por la cual sus discípulos subían al cielo, vestidos de blanco. Cambió entonces el antiguo hábito negro de sus religiosos por un hábito blanco. San Romualdo deseaba ser mártir. Con esa intención se propuso ir a Hungría, pero cada vez que emprendía el viaje se enfermaba. Comprendió que su entrega total a Dios debía ser donde ya estaba.

Hizo muchos milagros y profetizó su muerte con 20 años de anterioridad. En los últimos años tenía arrebatos místicos y exclamaba: "Amado Cristo Jesús, ¡tú eres el consuelo más grande que existe para tus amigos!".

Su biografo, San Pedro Damiani, dice de él que la bondad divina lo elevó a tan alto grado de perfección que, inspirado por el Espíritu Santo, predijo algunos sucesos futuros y llegó a la penetración de muchos misterios ocultos del antiguo y del nuevo Testamento. Con frecuencia, era arrebatado a un grado tan elevado de contemplación que, deshecho todo él en lágrimas, abrasado por el ardor inefable del amor divino, exclamaba: «Amado Jesús, mi dulce miel, deseo inefable, dulzura de los santos, encanto de los ángeles».

Desde el año 1012 existen monasterios Camaldulenses esparcidos por el mundo donde se observa perpetuo silencio para dedicarse a la oración.

jueves, 18 de junio de 2015

Antonio Arias. Jesucristo entrega el mundo a de Dios Padre

Jesucristo recibe el mundo de manos de Dios Padre. 1657. Antonio Arias
Óleo sobre tabla. Medidas: 220 cm x 164 cm.
Museo del Prado. Madrid

El Evangelio de la Eucaristía nos recuerda hoy el momento en el que Jesús enseñó a orar a sus discípulos, y nos transmitió el Padre Nuestro. Por eso, hemos escogido un lienzo de Antonio Arias que nos muestra a Jesucristo entregando el mundo redimido por su Pasión a Dios Padre. Junto con las obras Jesucristo lavando los pies a San Pedro, Cristo ante Pilatos, Cristo con la cruz a cuestas encuentra a la Verónica y La Crucifixión formó parte de una serie de once lienzos sobre la Pasión de Cristo, realizada por Arias para el claustro del convento de San Felipe el Real.

La obra que contemplamos nos muestras a Jesús, desnudo, con los diversos instrumentos de la Pasión, y el Padre celestial, que recibe de las manos de Jesús el mundo redimido por los méritos de su sagrada Pasión. Jesús, el Hijo de Dios, hace posible que también nosotros seamos hijos de Dios, al haber asumido nuestra condición humana, y haberla redimido.

miércoles, 17 de junio de 2015

Berruguete. Aparición de la Virgen a una comunidad de dominicos.

Aparición de la Virgen a una comunidad de dominicos. 1493 - 1499. Pedro Berruguete
Óleo sobre tabla. Medidas: 130 cm x 86 cm.
Museo del Prado. Madrid

El Evangelio que leemos en la Eucaristía de hoy nos invita a la oración. Por eso, hemos escogido una tabla de Berruguete, que nos muestra a una comunidad de dominicos en oración, a la que se aparece la Virgen María. Como consecuencia de los ataques de Satán a los primeros dominicos, se instituye en honor a la Virgen una procesión, en la que se canta el Salve Regina. En esta tabla, realizada para el retablo de Santo Domingo de Santo Tomás de Ávila, María se aparece a los frailes que, salvo el oficiante, no advierten su presencia.


martes, 16 de junio de 2015

Johann Michael Rottmayr. San Benón

San Benón. 1702. Johann Michael Rottmayr
Óleo sobre lienzo. Medidas: 118cm x 110cm.
Pinacoteca Moderna. Munich

Recordamos hoy en la liturgia al patrón de la ciudad de Munich, el santo obispo benedictino san Benón. Nació en una familia noble de Sajonia hacia comienzos del siglo XI. En 1028 se hizo monje y en 1040 fue ordenado sacerdote; en 1066 fue nombrado obispo de Meissen por el emperador Enrique IV.

Durante la guerra entre los sajones y el emperador, Benón apoyó a sus compatriotas, aunque no tomó parte activa en el conflicto. Aun así, los soldados imperiales invadieron Meissen y la saquearon, encarcelando al obispo. Obtuvo la libertad en 1078, haciendo un juramento de fidelidad a Enrique IV. Apoyó en 1085 al papa san Gregorio VII en la Querella de las Investiduras. Enrique IV, entonces, lo destituyó en la Dieta de Maguncia. Según la leyenda, marchó de Meissen, Benón lanzó las llaves de la catedral al río Elba; cuando, años después, volvió de comprar un pescado en el mercado, encontró las llaves y las recuperó.

A la muerte del papa, Benón fue a Italia y prestó obediencia a Guiberto, proclamado antipapa Clemente III con el apoyo de Enrique IV, recuperando así el obispado. En 1097, reconoció el papa legítimo, Urbano II. Probablemente murió hacia el 1106 o 1107. Trabajó mucho por su diócesis, donde reformó la disciplina eclesiástica según el modelo del papa san Gregorio, y la hizo próspera materialmente.

Su figura fue pintada por Johan Michael Rottmayr, considerado como el primer pintor destacado del Barroco al norte de los Alpes, cuyo estilo abre las puertas al dominante gusto rococó que se impondrá en la zona. En su obra podemos constatar alguna de las características de este autor: su dominio del color, y su gusto por el escorzo, que fuerza una expresividad típica del rococó.

lunes, 15 de junio de 2015

Juan de Borgoña. La última cena

La Última Cena. 1510. Juan de Borgoña
Óleo sobre tabla.
Catedral de Toledo

Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente". Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas

El Evangelio que leemos en la Eucaristía de hoy nos habla del mandato de Jesús de vivir en el amor, incluso hacia los enemigos. El Señor nos dio muestra de ello, ofreciéndose él mismo a la muerte sin odio sino, por el contrario, lleno de amor, para rescatar a los que estaban perdidos. La Última Cena constituye el testamento de su amor. Por eso, contemplamos hoy la representación que de ella hizo Juan de Borgoña.

domingo, 14 de junio de 2015

Murillo. La Anunciación

La Anunciación. 1660. Murillo
Óleo sobre lienzo. Medidas: 125 cm x 103 cm.
Museo del Prado. Madrid


«¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra.»

La Eucaristía de este domingo nos remite al capítulo cuarto del Evangelio según san Marcos. Jesús propone una parábola para explicar qué sentido tiene el Reinado de Dios, en contraste con la grandeza que esperaban sus contemporáneos. Esta imagen esconde la realidad de su propia persona, en la que nos llega el Reino de Dios: humilde en su apariencia, inmenso en su contenido.

Toda la vida del señor expresa este realidad, comenzando por su propia encarnación, en una insignificante muchacha de Israel, en la que el Señor hace obras grandes. Por eso hemos escogido hoy una imagen de la Anunciación de Murillo. La Virgen aparece acompañada de tres de sus atributos tradicionales, el costurero y el libro, símbolos de su laboriosidad y devoción, y las azucenas, símbolo de su pureza. Cuadro de carácter devocional, esta obra forma parte de un tipo de pintura sencilla y llena de ternura que gozó de gran éxito entre la sociedad sevillana tras la epidemia de peste de 1649. 

Este lienzo fue adquirido en Sevilla en 1729-33 por la reina Isabel de Farnesio, citándose en el inventario de 1746 del Palacio de la Granja y en el inventario de 1794 del Palacio de Aranjuez, ambos en Madrid.

sábado, 13 de junio de 2015

San Antonio


Visión de San Antonio de Padua, 1660-1662, Obra de Alonso Cano.  
Óleo sobre lienzo, 136 x 111 cm. 
Convento del Ángel Custodio, Granada. España

Hoy celebra la Iglesia a san Antonio, que nació en Lisboa (Portugal) en 1195 y murió en Pádua (Italia) en 1231, de allí que lo llamen de Antonio de Pádua o de Lisboa. En su bautizo recibió el nombre de Fernando de Bulhoes y Tavieira de Azevedo. Joven, ingresó en la Orden de los Conegos Regulares Agustinos e hizo sus estudios superiores: Derecho Canónico, Ciencias, Filosofía y Teología en el Monasterio de Santa Cruz de Coimbra. Conoció los cinco monjes franciscanos (Bernardo de Corbio, Pedro de S. Germiniano, Otao, Adjuto y Acurcio). Instalados en el Convento de Santo Antao, en los Olivares, cerca de Coimbra, los cuales partieron en misión para Marruecos. En 1219/20 Fernando es ordenado sacerdote.

Ese mismo año llegan a Coimbra las reliquias do los Santos Mártires de Marruecos. Fernando cambia el hábito de Conónigo de San Agustín por el de fraile franciscano, toma entonces el nombre de Antonio, recordando al patriarca de los monjes egipcios y porque a él estaba dedicada la casa de los frailes menores a la cual ingresaba.

Embarcó para evangelizar los moros en Marruecos pero, llegando allá, una enfermedad lo obligó a regresar a Portugal, en el viaje de regreso una tempestad llevó el barco hasta Sicilia, donde se quedó en el convento franciscano de Messina y se dirigió rumbo a Asís, con el fin de asistir al Capitulo General de la Orden, del que forma parte San Francisco, el santo fundador de la orden. De allí, se retiró para Eremitorio del Monte-Paulo, un pequeño convento de la Romaña italiana. El 19 de marzo de 1222, en un acto de ordenación, pronuncia un sermón memorable y se revela un gran orador sagrado.

Es consignado al oficio de orador el cual ejerce en la Romaña, contra las herejías de los Cataros, Patarinos y Valdenses. A finales de 1223 San Francisco lo designa como Lector de Teología en Boloña. En 1224 es enviado a Francia, para luchar contra las herejías de los Albigenses. Actúa, primero en Montpellier. Después del Pentecostés, pregona en Tolosa. En septiembre de 1225 es nombrado Guardián del Convento de Puy-en-Velay. En 1226 es elegido por los frailes, Custodio de la Provincia de Limoges. En ese mismo año muere San Francisco. En 1227 pregona en Rimini. En 1231 hace notables y concurridísimos sermones de la Cuaresma. 

Después de la Pascua de 1231, Antonio se retiró a la localidad de Camposampiero, pero decidió retornar a Padua poco después. Ya en las proximidades de Padua, se detuvo en el convento de Arcella donde murió prematuramente cuando todavía no alcanzaba la edad de treinta y seis años. Es solemnemente canonizado el 30 de mayo (fiesta del Espíritu Santo), por el Papa Gregorio IX, en la catedral de Epoleto.

Iconográficamente san Antonio es representado como un joven imberbe con amplia tonsura monacal; es representado con el hábito de su Orden Franciscana, (de color marrón, pero también puede ser grisaceo, como vistieron algunas  comunidades franciscanas hasta finales del siglo XVIII y XIX), en algunos casos puede llevar capa corta. El hábito es cinturado con un cordón con los tres nudos que simbolizan la consagración a Dios como religioso franciscano, por los votos de obediencia, pobreza y castidad, del cual por lo general, penden unos rosarios. El Santo calza sandalias.

El santo en pié o de rosillas aparece con el Niño Jesús, el cual puede estar en pié o sentado sobre él o sobre un libro. Entre los elementos iconográficos más usuales de San Antonio podemos mencionar: El Niño Jesús, el libro, la Cruz, los Lirios y el Pan, en la pintura se pueden encontrar representaciones de San Antonio y sus milagros como por ejemplo: Los Peces escuchando el Sermón, el Burro arrodillado ante la hostia y como en el caso que nos ocupa, San Antonio y la Virgen María.

viernes, 12 de junio de 2015

Anónimo. Sagrado Corazón

Sagrado Corazón. 1800. Anónimo
Óleo sobre lienzo, 57 x 52 cm
Colección de Arte del Banco de la República. Bogotá

Es difícil hallar imágenes artísticas del Sagrado Corazón, cuya solemnidad hoy celebramos, dado lo tardío de la revelación de esta devoción en la vida de la Iglesia. El símbolo del Sagrado Corazón expresa el ardiente amor que ha movido a Dios a salvarnos, especialmente a través de la Pasión del Señor.

La obra anónimo, de origen hispano, conservada en Colombia, nos muestra a Jesús, cuyo Corazón traspasado se nos muestra en esta aparición, coronado de espinas y sostiendo la Cruz del Señor. Jesús nos muestra su Corazón, para movernos a amor.

jueves, 11 de junio de 2015

Icono de san Bernabé

San Bernabé, 1921. Icono anónimo
Óleo sobre tabla
Museo de los Iconos. Salamina. Chipre

Celebramos la memoria de san Bernabé, un personaje del cual encontramos abundantes noticias en los Hechos de los Apóstoles, a causa del relevante papel que jugó en el primitiva Iglesia. Vinculado desde Antioquía con Pablo, compartieron su primer viaje apostólico. Bernabé era oriundo de Chipre, isla a la que volvió y donde predicó el Evangelio hasta la muerte.

Contemplamos a este predicador, precisamente, en un icono bizantino de origen chipriota. Aparece sentado en un trono, con los atributos típicos de un obispo ortodoxo. Con una mano sostiene el libro de los Evangelios, y con la derecha bendice.

miércoles, 10 de junio de 2015

Guido Reni. Moisés con las tablas de la Ley

Moisés con las tablas de la Ley, c. 1624.  Obra de Guido Reni
Óleo sobre lienzo, 173 x 134 cm
Galeria Borghese, Roma. Italia.

El evangelio de hoy nos habla del cumplimiento de la ley, (Mt 5, 17-17). «No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos. »

Había varias tendencias en las comunidades de los primeros cristianos. Unas pensaban que no era necesario observar las leyes del Antiguo Testamento, pues es la fe en Jesús lo que nos salva y no la observancia de la Ley (Rm 3,21-26). Otros aceptaban a Jesús como Mesías, pero no aceptaban la libertad del Espíritu con que algunas comunidades vivían la presencia de Jesús resucitado. Las comunidades no podían estar contra la Ley, ni podían encerrarse en la observancia de la ley. Al igual que Jesús, debían dar un paso y mostrar, en la práctica, cuál es el objetivo que la ley quiere alcanzar en la vida de las personas, a saber, en la práctica perfecta del amor. 

Benedicto XVI en el mensaje para la XXV Jornada de la Juventud de 2010 decía al respecto de la ley y la libertad. La mentalidad actual propone una libertad desvinculada de valores, de reglas, de normas objetivas, y que invita a rechazar todo lo que suponga un límite a los deseos momentáneos. Pero este tipo de propuesta, en lugar de conducir a la verdadera libertad, lleva a la persona a ser esclava de sí misma, de sus deseos inmediatos, de los ídolos como el poder, el dinero, el placer desenfrenado y las seducciones del mundo, haciéndola incapaz de seguir su innata vocación al amor.
Dios nos da los mandamientos porque nos quiere educar en la verdadera libertad, porque quiere construir con nosotros un reino de amor, de justicia y de paz. Escucharlos y ponerlos en práctica no significa alienarse, sino encontrar el auténtico camino de la libertad y del amor, porque los mandamientos no limitan la felicidad, sino que indican cómo encontrarla. Jesús, al principio del diálogo con el joven rico, recuerda que la ley dada por Dios es buena, porque "Dios es bueno". 

La gran inquietud del Evangelio de Mateo es mostrar que el AT, (la Ley) Jesús de Nazaret y la vida en el Espíritu Santo, no pueden separarse. Los tres forman parte del mismo y único proyecto de Dios y nos comunican la certeza central de la fe: el Dios de Abrahán está presente en medio de las comunidades por la fe en Jesús de Nazaret que nos manda su Espíritu.

Prestemos atención a las palabras de Jesús que nos dicen: “El que los cumpla y los enseñe…”. Fijémonos que nos dice “cumplir y enseñar”. Es decir, no es suficiente sólo cumplir, no basta predicar. Hay que vivir con coherencia lo que predicamos. La coherencia es la que da vida a nuestro celo apostólico. La coherencia entre la fe y la vida muestra que es posible vivir de modo diverso a la lógica del mundo. Un apasionado y emotivo discurso, un magnífico plan de evangelización, etc., nunca podrán sustituir el mensaje que transmite la vida entera transformada por Cristo. Cristo nos habla de enseñar sus mandamientos. ¡Todo cristiano tiene una vocación misionera! Cada uno está llamado a predicar y enseñar la fe en Jesús a los demás. La base del compromiso misionero está en descubrir el valor de nuestro propio bautismo. Esa es la fuente de donde se saca la energía para dedicarse incondicionalmente a difundir el mensaje de Cristo.

martes, 9 de junio de 2015

Felipe Bigarny. Entierro y Resurrección de Cristo.

Entierro y Resurrección de Cristo. 1500. Felipe Bigarny
Piedra tallada
Girola de la Catedral de Burgos

Cristo Jesús, el Hijo de Dios, el que Silvano, Timoteo y yo os hemos anunciado, no fue primero «sí» y luego «no»; en él todo se ha convertido en un «sí»; en él todas las promesas han recibido un «sí». Y por él podemos responder: «Amén» a Dios, para gloria suya. Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros. Él nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.

La primera lectura de la Eucaristía de hoy nos lleva al comienzo de la Segunda Carta a los Corintios, en la que Pablo hace un resumen del significado de Cristo para la humanidad: sí de Dios Padre en el Señor. Este sí de Dios a los hombres fue especialmente pronunciado en la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.

Por eso, hemos escogido una magnífica escultura de Felipe Bigarny que, por desgracia, al haber sido esculpida en una piedra de baja calidad, se encuentra actualmente gravemente deteriorada. En 1498 el cabildo encomendó al escultor Felipe Bigarny un relieve en piedra para el trasaltar. Bigarny ejecutó en piedra caliza su Camino del Calvario. Se trata de la premera obra documentada de este artista en Burgos y en ella muestra su estilo, muy deudor de la expresividad y la estética gótica pero abierto a las novedades renacentistas, como se evidencia en los elementos decorativos. Tras el éxito del encargo, el cabildo le encomendó dos relieves más: los de la Crucifixión y el Descendimiento, entierro y resurrección de Cristo (1500-1503), ambos actualmente están muy dañados al haberse labrado en piedra de mala calidad que se pulveriza con la humedad. El marco decorativo arquitectónico de los relieves se atribuye a Simón de Colonia.

Este conjunto escultórico se completó casi dos siglos después con la adición en los extremos de dos nuevos relieves, dedicados a la Oración del Huerto y a la Ascensión. Fueron ejecutados por el escultor Pedro Alonso de los Ríos entre 1681 y 1683, también en piedra caliza, y en estilo barroco.

lunes, 8 de junio de 2015

Bloch. Sermón dela montaña

Sermón de la montaña. 1877. Carl Bloch
Óleo sobre lienzo. Medidas: 104 cm x 92 cm.
Museo del Castillo de Frederiksborg (Dinamarca)

Comenzamos este Lunes de la Décima Semana del Tiempo Ordinario la lectura en la Eucaristía del Evangelio según san Mateo, con el célebre texto del Sermón de las Montañas, en concreto, con las ocho bienaventuranzas.

Jesús, como Moisés, sube a la montaña, y desde allí nos manifiesta cuál es la voluntad de Dios. Ésta no es otra que nuestra felicidad, nuestra bienaventuranza, que no se rige por criterios mundanos, sino por otros, en claro contraste con los de nuestro mundo: dichosos los pobres, los que lloran los perseguidos por la justicia, los limpios de corazón, los misericordiosos.

La obra que contemplamos pertenece a Carl Heinrich Bloch (Copenhague, 23 de mayo de 1834 - ibídem, 22 de febrero de 1890): fue un reconocido pintor danés, cuyas obras frecuentemente introducían temáticas de fe cristiana.

viernes, 5 de junio de 2015

San Bonifacio

San Bonifacio. XI. Anónimo
Iluminación sobre pergamino
Sacramentario de Fulda

Recordamos hoy la santidad de san Bonifacio, el monje benedictino que se convirtió en apóstol de los germanos, motivo por el cual la Iglesia Católica alemana lo celebra como solemnidad. A él dedico el papa Benedicto XVI una catequesis en la Audiencia General de 11 de marzo de 2009. Comenzaba así:

Poseemos muchas noticias sobre su vida gracias a la diligencia de sus biógrafos: nació en una familia anglosajona en Wessex alrededor del año 675 y fue bautizado con el nombre de Winfrido. Entró muy joven en un monasterio, atraído por el ideal monástico. Poseyendo notables capacidades intelectuales, parecía encaminado a una tranquila y brillante carrera de estudioso: fue profesor de gramática latina, escribió algunos tratados y compuso también varias poesías en latín.

Ordenado sacerdote cuando tenía cerca de treinta años, se sintió llamado al apostolado entre los paganos del continente. Gran Bretaña, su tierra, evangelizada apenas cien años antes por los benedictinos encabezados por san Agustín, mostraba una fe tan sólida y una caridad tan ardiente que enviaba misioneros a Europa central para anunciar allí el Evangelio. En el año 716, Winfrido, con algunos compañeros, se dirigió a Frisia (la actual Holanda), pero se encontró con la oposición del jefe local y el intento de evangelización fracasó. Volvió a su patria, pero no se desalentó: dos años después vino a Roma para hablar con el Papa Gregorio II y recibir directrices. El Papa, según el relato de un biógrafo, lo acogió "con el rostro sonriente y con la mirada llena de dulzura", y en los días siguientes mantuvo con él coloquios importantes y, al final, tras haberle impuesto el nuevo nombre de Bonifacio, con cartas oficiales le encomendó la misión de predicar el Evangelio entre los pueblos de Alemania.

Confortado y sostenido por el apoyo del Papa, san Bonifacio se dedicó a la predicación del Evangelio en aquellas regiones, luchando contra los cultos paganos y reforzando las bases de la moralidad humana y cristiana. Con gran sentido del deber escribió en una de sus cartas: Estamos firmes en la lucha en el día del Señor, porque han llegado días de aflicción y miseria... No somos perros mudos, ni observadores taciturnos, ni mercenarios que huyen ante los lobos. En cambio, somos pastores diligentes que velan por el rebaño de Cristo, que anuncian a las personas importantes y a las comunes, a los ricos y a los pobres, la voluntad de Dios... a tiempo y a destiempo.

jueves, 4 de junio de 2015

Corpus Christi


Triunfo de la Fe Sobre los sentidos, 1667. Obra de Juan Antonio de Frías y Escalante
Óleo sobre lienzo, 113x152 cm. 
Museo del Prado, Madrid. España

En cuadro de hoy, barroco como no podía ser de otro modo, aparece el texto Præstet fides suppleméntum, sénsuum deféctui. Es decir La fe provea suplemento para el defecto de los sentidos. Este verso pertenece al himno eucarístico Pange lingua, escrito por santo Tomás de Aquino, como el oficio de hoy y que por lo general se canta durante la adoración del Santísimo Sacramento.

Santo Tomás en el Opúsculo 57, que trata de la fiesta del Cuerpo de Cristo nos habla sobre el banquete precioso y admirable que el hombre recibe, Dios mismo que, no solo se ha entregado por nosotros, sino que permanece entre nosotros y se nos da como alimento nutriendo el alma con la abundancia de todos los dones espirituales.

Que éste día lo vivamos en contemplación de ese gran misterio que nos trae la salvación, éste en el que los sentidos callan y la fe se manifiesta victoriosa.

El Hijo único de Dios, queriendo hacernos partícipes de su divinidad, tomó nuestra naturaleza, a fin de que, hecho hombre, divinizase a los hombres.

Además, entregó por nuestra salvación todo cuanto tomó de nosotros. Porque, por nuestra reconciliación, ofreció, sobre el altar de la cruz, su cuerpo como víctima a Dios, su Padre, y derramó su sangre como precio de nuestra libertad y como baño sagrado que nos da, para que fuésemos liberados de una miserable esclavitud y purificados de todos nuestros pecados.

Pero, a fin de que guardásemos por siempre jamás en nosotros la memoria de tan gran beneficio, dejó a los fieles, bajo la apariencia de pan y de vino, su cuerpo, para que fuese nuestro alimento, y su sangre, para que fuese nuestra bebida.

¡Oh banquete precioso y admirable, banquete saludable y lleno de toda suavidad! ¿Qué puede haber, en efecto, de más precioso que este banquete en el cual no se nos ofrece, para comer, la carne de becerros o de machos cabríos, como se hacía antiguamente, bajo la ley, sino al mismo Cristo, verdadero Dios?

No hay ningún sacramento más saludable que éste, pues por él se borran los pecados, se aumentan las virtudes y se nutre el alma con la abundancia de todos los dones espirituales.

Se ofrece, en la Iglesia, por los vivos y por los difuntos, para que a todos aproveche, ya que ha sido establecido para la salvación de todos.

Finalmente, nadie es capaz de expresar la suavidad de este sacramento, en el cual gustamos la suavidad espiritual en su misma fuente y celebramos la memoria del inmenso y sublime amor que Cristo mostró en su pasión.

Por eso, para que la inmensidad de este amor se imprimiese más profundamente en el corazón de los fieles, en la última cena, cuando, después de celebrar la Pascua con sus discípulos, iba a pasar de este mundo al Padre, Cristo instituyó este sacramento como el memorial perenne de su pasión, como el cumplimiento de las antiguas figuras y la más maravillosa de sus obras; y lo dejó a los suyos como singular consuelo en las tristezas de su ausencia.

miércoles, 3 de junio de 2015

Anónimo. Tobit queda ciego

Tobit queda ciego. 1479. Biblia de Eduardo IV
Iluminación sobre pergamino
Biblioteca Británica. Londres

La primera lectura de esta semana está tomada del libro de Tobías. Su padre, Tobit, es un justo judío, que vive en el exilio. Arriesgando su vida, se dedica a hacer obras de misericordia para con los judíos perseguidos. Pero, mientras dormía un día, le cayeron en los ojos excrementos de golondrina, que le dejaron ciego. Tal desgracia simboliza la desdichada suerte del pueblo judío en el exilio:

Señor, tú eres justo, todas tus obras son justas; tú actúas con misericordia y lealtad, tú eres el juez del mundo. Tú, Señor, acuérdate de mí y mírame; no me castigues por mis pecados, mis errores y los de mis padres, cometidos en tu presencia, desobedeciendo tus mandatos. Nos has entregado al saqueo, al destierro y a la muerte, nos has hecho refrán, comentario y burla de todas las naciones donde nos has dispersado. Sí, todas tus sentencias son justas cuando me tratas así por mis pecados, porque no hemos cumplido tus mandatos ni hemos procedido lealmente en tu presencia. Haz ahora de mí lo que te guste. Manda que me quiten la vida, y desapareceré de la faz de la tierra y en tierra me convertiré. Porque más vale morir que vivir, después de oír ultrajes que no merezco y verme invadido de tristeza. Manda, Señor, que yo me libre de esta prueba; déjame marchar a la eterna morada y no me apartes tu rostro, Señor, porque más me vale morir que vivir pasando esta prueba y escuchando tales ultrajes.

La imagen que contemplamos, que pertenece a la Biblia Ilustrada de Eduardo IV de Inglaterra, nos muestra precisamente el momento en el que la golondrina deja caer sus excrementos sobre los jos de Tobit, dejándole ciego.

martes, 2 de junio de 2015

Sepulcro de San Juan de Ortega

San Juan de Ortega. 1464. Atribuido a Juan de Colonia
Piedra tallada.
Monasterio de San Juan de Ortega (Burgos)

Celebramos hoy la santidad de san Juan de Ortega. Juan de Quintanaortuño nació en Quintanaortuño, Burgos, el año 1080, y falleció en San Juan de Ortega, el 2 de junio de 1163. De joven colaboró con Domingo de la Calzada para abrir caminos que mejorasen el paso por la zona de los peregrinos del camino de Santiago. Hacia 1112, tras el fallecimiento en 1109 de su maestro Domingo, Juan decidió peregrinar a Jerusalén, sufriendo en su regreso un naufragio del que se salvó por su rogativa a San Nicolás de Bari, a quien prometería edificar una capilla en su honor. El lugar donde ubicaría ésta se encontraba en los Montes de Oca en una zona conocida como Ortega, procedente del latín Urtica, que significa ortiga o maleza, donde hoy se encuentra la localidad de San Juan de Ortega. Además construiría un albergue para los peregrinos que por allí pasaban. Con el tiempo se le unieron colaboradores en sus labores hospitalarias, con lo que nacería cerca del 1138 el monasterio de San Nicolás, conocido desde principios del siglo XIII como monasterio de San Juan de Ortega.

Se le atribuye la finalización de la calzada entre Nájera y Burgos que había iniciado su maestro y la construcción de los puentes primitivos de Logroño, Nájera, Santo Domingo de la Calzada, Belorado, Cubo de Bureba y Agés. Cayó enfermo encontrándose en Nájera, pidiendo ser trasladado a su monasterio, donde falleció el 2 de junio de 1163.

La iglesia monástica de san Juan de Ortega la hizo construir el santo en 1152, aunque el templo no se finaliza hasta el siglo XV. Destacan los capitales de las columnas, de temática muy variada. En el centro del crucero, un baldaquino del gótico florido, que algunos atribuyen a Juan de Colonia, cobija el sepulcro del Santo, que fue mandado construir en 1464 por Pedro Fernández de Velasco. En sus laterales se representan escenas de la vida de San Juan, como la que contemplamos, en la que recibe a tres peregrinos ataviados con sus atributos típicos.

lunes, 1 de junio de 2015

Martirio de ...

Martirio de los priores de las cartujas inglesas de Londres, Nottingham y Axholme, 1626 - 1632
Óleo sobre lienzo, 337 cm x 298 cm
Museo del Prado, Madrid. España.

En esta escena se alude a la convulsión religiosa que representó la ruptura de Enrique VIII con la Iglesia católica y la monarquía española, que se visualiza en el ciclo del Paular a través de los martirios y muertes de varios de los miembros más destacados de los cartujos ingleses. 

La serie de pinturas realizada para el claustro de la cartuja de El Paular (Rascafría, Madrid) encargada a Vicente Carducho en 1626, formada por un conjunto de 56 obras con escenas de la vida de San Bruno (1-27) e historias de cartujos (28-54), más dos escudos (55 y 56).

Vemos en este lienzo la prisión de John Houghton, Robert Lawrence y Agustine Webster, priores de las cartujas de Londres, Nottingham y Axholme respectivamente. El lugar de su encierro y muerte fue la Torre de Londres.

Al leer hoy las actas del martirio de san Justino, del que celebramos su memoria, no he podido evitar trasportarlas a cualquier época histórica en la que tantos han dado su vida por Cristo con los mismos argumentos, ser Cristiano y lo que ello significa y conlleva. Por eso hoy podemos mirar a este cuadro recordando tantos actos martiriales que nos conducen a la misma conclusión tras la respuesta llena de seguridad de los mártires; "Es nuestro deseo más ardiente el sufrir por amor de nuestro Señor Jesucristo, para ser salvados. Este sufrimiento nos dará la salvación y la confianza ante el tribunal de nuestro Señor y Salvador, que será universal y más terrible que éste".

Les dejo aquí, para su reflexión, el relato referido: 

Apresados los santos, fueron conducidos ante el prefecto de Roma, de nombre Rústico. Llegados ante el tribunal, el prefecto Rústico dijo a Justino: «Ante todo cree en los dioses y obedece a los emperadores». Justino contestó: «El hecho de que obedezcamos los preceptos de nuestro Salvador Jesucristo no puede ser objeto ni de acusación ni de detención». Rústico replicó: «¿Qué doctrinas profesas?» Justino dijo: «Me he esforzado por conocer todas las doctrinas, y sigo las verdaderas doctrinas de los cristianos, aunque desagrade a aquellos que son presa de sus errores». Rústico replicó: «¿Estas doctrinas te agradan a ti, desgraciado?» Justino contestó: «Sí, porque profeso la verdadera doctrina siguiendo a los cristianos». Rústico preguntó: «¿Qué doctrinas son ésas?» Justino contestó: «Adoramos al Dios de los cristianos, que es uno, y creador y artífice de todo el universo, de las cosas visibles e invisibles; creemos en nuestro Señor Jesucristo como Hijo de Dios, anunciado por los profetas como el que había de venir al género humano, mensajero de salvación y maestro de insignes discípulos. Yo soy un hombre indigno para poder hablar adecuadamente de su infinita divinidad; reconozco que para hablar de él es necesaria la virtud profética, pues fue profetizado, como te dije, que éste, de quien he hablado, es el Hijo de Dios. Yo sé que los profetas que vaticinaron su venida a los hombres recibían su inspiración del cielo».

Rústico preguntó: «¿Luego tú eres cristiano?» Justino respondió: «Sí, soy cristiano». El prefecto dijo a Justino: «Escucha, tú que te las das de saber y conocer las verdaderas doctrinas; si después de azotado mando que te corten la cabeza, ¿crees que subirás al cielo?» Justino contestó: «Espero que entraré en la casa del Señor si soporto todo lo que tú dices; pues sé que a todos los que vivan rectamente les está reservada la recompensa divina hasta el fin de los siglos». El prefecto Rústico preguntó: «Así, pues, ¿te imaginas que cuando subas al cielo recibirás la justa recompensa?» Justino contestó: «No me lo imagino, sino que lo sé y estoy cierto». El prefecto Rústico dijo: «Vamos al asunto que nos interesa y nos apremia. Poneos de acuerdo y sacrificad a los dioses». Justino respondió: «Nadie, a no ser por un extravío de su razón, pasa de la piedad a la impiedad». Rústico replicó: «Si no hacéis lo que os mandamos, seréis torturados sin misericordia». Justino contestó: «Es nuestro deseo más ardiente el sufrir por amor de nuestro Señor Jesucristo, para ser salvados. Este sufrimiento nos dará la salvación y la confianza ante el tribunal de nuestro Señor y Salvador, que será universal y más terrible que éste».

Igualmente, los otros mártires dijeron: «Haz lo que quieras; somos cristianos y no sacrificaremos a los ídolos». El prefecto Rústico pronunció la sentencia, diciendo: «Por no haber querido sacrificar a los dioses ni obedecer la orden del emperador, que sean azotados y conducidos al suplicio, para sufrir la pena capital de acuerdo con las leyes». Los santos mártires, glorificando a Dios, fueron conducidos al lugar acostumbrado; allí fueron decapitados y consumaron su martirio en la confesión de nuestro Señor Jesucristo.


De las Actas del martirio de san Justino y compañeros (Caps 1-5: cf PG 6, 1366-1371)